viernes, 26 de octubre de 2012

SRI NISARGADATTA MAHARAJ

Nunca olvidaré una frase suya: «Hubo una época en que me consideraba a mí mismo un ser humano varón, casado y con hijos; entonces me encontré con mi Gurú y bajo su iniciación e instrucción llegué a saber que yo soy el Brahman».
Sri Nisargadatta Maharaj «nació» en Bombay como Maruti Shivrampant Kampli, en el mes de marzo de 1897 y murió de un cáncer de garganta el 8 de Septiembre de 1981, a la edad de 84 años. Maruti comenzó su carrera como dependiente en una empresa privada, pero con su temperamento independiente y emprendedor, pronto se estableció por cuenta propia.
Infancia, juventud, matrimonio, progenie —Maruti vivió la vida monótona y sin acontecimientos de un hombre común hasta su mediana edad, sin ningún atisbo de la santidad que había de seguir. Poco después, Maruti recibió la iniciación de su Gurú y prosiguió sus actividades espirituales con un celo y una determinación innatas, hasta que culminaron en su logro de la realización (iluminación). Esto aconteció entre 1933 y 1936.
Sri Siddharameshwar entró en Mahasamadhi en 1936. Al año siguiente, Sri Nisargadatta Maharaj decidió de repente abandonar a su familia y sus prósperos negocios y peregrinar por todo el país. Después de visitar varios lugares y templos sagrados en la India del Sur y hallándose ya en camino hacia el Norte a fin de pasar el resto de su vida en los Himalayas, se encontró con un condiscípulo suyo. Tras discutir con él, Sri Nisargadatta llegó a la conclusión de que tales peregrinaciones no eran realmente necesarias y que era mucho más significativo llevar una vida activa de acción desapasionada. Cuando Maharaj regresó a Bombay, encontró que todas sus tiendas, excepto una, se habían perdido, pero tranquilamente decidió que era suficiente para sus necesidades mundanas. Desde entonces, todo ha acontecido espontáneamente, nada ha sido hecho con intención deliberada o esfuerzo consciente.

Cuando se sentaba en su tienda de bidis atendiendo su negocio tranquila y eficientemente, algunos amigos venían a verle y la conversación giraba siempre sobre el mismo tema, Paramartha —el significado último. Estas conversaciones llegaron a ser tan populares, que siempre había una pequeña multitud fuera de la pequeña tienda escuchando sus perlas de sabiduría. Así pues, cuando su hijo fue capaz de hacerse cargo de la tienda, Maharaj se retiró al altillo que, para su uso personal, había construido sobre su casa, y que asumió desde entonces la sacralidad de un ashram.
Maharaj aclara a menudo que aquellos que llegan a él con la esperanza de un consejo que pueda reportarles beneficio material, alivio físico o solaz mental se desilusionarán, pues él nunca discute tales temas. Quizás por esto no se ha convertido en un Gurú «popular». Quienes esperan una confirmación de sus conceptos o formas de religión favoritos no solamente se desilusionarán, sino que incluso pueden sentirse agraviados y frustrados por algunas de las frases de Maharaj.

¿Qué enseña Maharaj entonces? Como a menudo él mismo dice, todo lo que hace es presentarnos un espejo espiritual en el cual podamos, si queremos hacerlo seriamente, ver nuestra verdadera imagen. Si nos aventuramos a hacerlo, su enseñanza básica podría, quizás, resumirse como sigue: El universo entero (Mahadakash) existe sólo en la consciencia (Chidakash), mientras que el Jnani tiene su morada en lo Absoluto (Paramakash). En lo Absoluto —eseidad pura— no hay consciencia de «yo soy» y es anterior a los pensamientos y a las palabras. Luego, sin ninguna razón aparente, de manera espontánea la consciencia se convierte en existencia. En la consciencia el mundo aparece y desaparece. Todo lo que es, es Mí mismo, todo lo que es, es Mío. Antes de todos los comienzos, después de todos los finales, Yo Soy. Acontezca lo que acontezca, Yo debo estar aquí para presenciarlo. Por lo tanto, no es que el mundo no exista, el mundo aparece en la consciencia, la cual es la totalidad de lo conocido en la inmensidad de lo no conocido. Lo que comienza y acaba es mera apariencia. Del mundo puede decirse que aparece pero no que es.

Maharaj nos dice que siempre que un individuo sueña, tiene la experiencia del mundo creándose en la consciencia. Cuando una persona no está plenamente despierta y la consciencia meramente se mueve, entonces sueña; y en su sueño, en esa minúscula mota de consciencia, en una fracción de segundo, se crea un mundo entero exactamente similar al mundo de la vigilia, y en ese mundo se ven la tierra, el sol, colinas y ríos, y gentes —incluido el soñador mismo— comportándose exactamente como en el mundo de la vigilia. Mientras la persona está soñando el mundo del sueño es muy real: sus experiencias —tanto de placer como de dolor— son extremadamente realistas. Pero una vez que se despierta, la totalidad del sueño se sumerge en la consciencia dentro de la cual se originó. «En el estado de vigilia —dice Maharaj—, el mundo emerge debido a la ignorancia (Maya) y nos introduce en un estado de sueño-despierto. Tanto sueño profundo como vigilia son nombres erróneos, pues en ambos usted está sólo soñando; sueña que está despierto o sueña que está dormido. Sólo el Jnani conoce el verdadero despertar y el verdadero dormir. Vea todo como un sueño y permanezca fuera de él… El principal punto que hay que entender es que usted ha proyectado sobre usted mismo un mundo de su propia imaginación, basado en recuerdos, deseos y temores, y que usted se ha apresado a usted mismo en él. Dése usted cuenta de eso, rompa el hechizo y sea libre».

Maharaj resume repetidamente su enseñanza pidiendo a sus oyentes que vayan más allá de sus palabras, «Regrese a su Origen y more en él». El Origen es la Realidad, nuestro verdadero estado, antes de la llegada de la consciencia, cuando no hay necesidades de ningún tipo, el estado antes de la ilusión de los aconteceres: concepción, nacimiento, desarrollo de la vida y, finalmente, la muerte del cuerpo. «Usted» está siempre separado de todo este «acontecer», meramente presenciándolo.

«Saber con una convicción definitiva —dice Maharaj— que usted no está en el cuerpo ni en la mente, aunque es presenciador de ambos, es ya conocerse a sí mismo. La liberación no es una cuestión de adquirir algo, sino una cuestión de fe y de convicción de que usted ha sido siempre libre, y una cuestión de coraje para actuar de acuerdo con esta convicción. No hay nada que cambiar; únicamente cuando la idea misma de cambio se ve como falsa, lo sin cambio puede mostrarse por sí mismo».

El enfoque de las enseñanzas de Maharaj suele sorprender a sus oyentes. Por ejemplo, sobre el tema del amor lo habitual ha sido siempre decir que no puede haber progreso espiritual sin amor hacia los demás. Este planteamiento podría ser fácilmente motivo de frustración para el buscador honesto que sabe que él no ama —ni puede amar— a los demás como a sí mismo. Qué alivio, por lo tanto, oír decir a Maharaj: «Sea sincero con su propio ser real. Ámese a usted mismo absolutamente. No pretenda que usted ama a los demás como a usted mismo. A menos que usted se haya dado cuenta de que los demás son uno con usted mismo, no podrá amarlos. No pretenda ser lo que usted no es, no se niegue a ser lo que usted es. Su amor por los demás es el resultado del autoconocimiento, no su causa».

Y finalmente, qué alentador escuchar a Maharaj decir: «Lo que usted ha aprendido aquí es una semilla. Aparentemente podrá olvidarlo. Pero esa semilla vivirá, y a su debido tiempo brotará, crecerá, y dará flores y frutos. Todo acontecerá por sí mismo. Usted no necesita hacer nada: solamente, no lo impida».
Ramesh S. Balsekar

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