En LA MUERTE NO EXISTE
la vorágine de acontecimientos que se dan en
nuestra vida y alrededor de ella, hay veces que percibimos sutilmente la
existencia de un Plan que lo tiene todo previsto. Y sin embargo, en otras
ocasiones, pareciera que estamos sometidos a las inclemencias de la casualidad;
a la acción desordenada de fuerzas que juegan con nosotros como un humilde
pedazo de madera arrastrado por las poderosas corrientes de un río caudaloso
contra el cual no podemos oponernos.
Sin embargo, ciertamente que hay un destino, una
programación o acuerdo previo antes de nacer, en el que se nos compromete o nos
comprometemos voluntariamente a hacer tal o cual cosa en la vida material; a
lograr tal o cual objetivo o meta. O por lo menos intentarlo.
Todo cuanto se le asigna al individuo o se
permite que le ocurra, aún lo más violento, está dispuesto para ayudarlo en su
superación. Precisamente dependiendo de cómo enfrente la vida y las
dificultades, ó como haga uso de las facilidades que se le presenten dependerá
su avance y crecimiento espiritual. En éste sentido la Muerte es sinónimo de
cambio en un universo dinámico de transformación continua. La muerte no existe
realmente como el final último de la vida, porque es simplemente un paso más,
un cambio de traje, una iniciación a manera de investidura.
El ser humano en la vida es como un actor en una
obra teatral, una vez que finaliza, el actor marca la distancia entre el
personaje que le tocó vivenciar, y su individualidad como actor. No podemos
identificarnos demasiado con el personaje, porque es meramente útil y
transitorio. Y a un papel, le sigue otro y otro. En otro ejemplo la Muerte es
como el examen final del curso escolar. Si uno ha estudiado, será algo fácil,
sencillo, y nada complicado; tendrá unas lindas vacaciones y estará mejor
preparado para el próximo año. Pero si uno no estudió durante el periodo que
correspondía, saldrá desaprobado y tendrá que repetir el grado.
Ante la pregunta ¿por qué hay que morir? primero
tendríamos que preguntarnos: ¿Por qué y para qué vivimos? Y si todo es
aprendizaje ¿Un aprendizaje de qué y hacia qué? ¿Por qué al concebir nuestros
padres fuimos nosotros los que llegamos y no otro? ¿Elegimos o fuimos elegidos?
¿Somos el producto del azar o de un destino predeterminado? ¿Cuál es el
propósito de la vida más allá de la supervivencia de la especie? Buscando
respuestas, tendríamos que hacer una inmersión dentro de cada uno donde esta
toda la sabiduría acumulada.
Por lo mismo que somos creados, tenemos la
capacidad de crear. Si uno no tuviese la oportunidad de llegar a conocer la
esencia divina que hay dentro de cada cual, no podríamos llegar a conocer a
Dios y sería un inútil camino sin regreso a casa. Por ello, hemos venido a
conocer y a ser conocidos, que es lo mismo que decir que hay que recordar.
Si uno no muriese, si no tuviéramos un plazo, no
valoraríamos la oportunidad que nos concede la vida para llegar a darle su
justo valor a las cosas. Y es que todo tiene un tiempo y un margen para ser
realizado. Cada plazo, como cada vida, es una oportunidad de realizarlo de tal
o cual manera; experimentando y perfeccionamiento. Es un juego cósmico de
alternativas, en dónde vamos ensayando diversas formas. Una aventura de
crecimiento.
¿Pero somos acaso el juguete de alguien?
…De ninguna manera, nadie está jugando con nosotros. Somos el producto de un
acto de amor, no sólo de nuestros padres, sino de la vida misma. Nadie quiere
nuestro sufrimiento, ni hemos nacido para sufrir, sino para aprender y crecer
en conciencia. Es cada uno el que tiene que aprender a jugar sin trampas,
disponiendo adecuadamente su propio juego, jugarlo y disfrutarlo.
¿Hemos tenido alguna participación en la decisión
sobre nuestros nacimientos y sobre lo que será nuestra vida? …El orden de la
energía en el universo apunta hacia la existencia y la perfección por la
experimentación continua a través de las formas. A mayor conciencia mayor
injerencia en la organización de nuestra aventura de vida y muerte, de
nacimiento y renacimiento. Al principio uno no tiene la capacidad ni la
posibilidad de decidir, porque es como el niño que es enviado por sus padres al
colegio. Lo envían, considerando que es lo mejor para él, sin siquiera haberle
consultado su parecer, por cuanto ellos saben que esa educación le permitirá
algún día tener la capacidad de optar por sí mismo, el cómo enfrentara
las siguientes etapas. Así cuando éste niño crece, y llega a la adolescencia y
a la juventud, se le debe ir dando un margen cada vez mayor como para que pueda
decidir por el mismo su futuro.
Los “Señores del Karma” ó “Guardianes del
Destino” (que son unas entidades espirituales que rigen los nacimientos y
encarnaciones), son los que asumen la condición de nuestros padres
espirituales, dictaminando las circunstancias en las que vendremos a la vida,
hasta que nuestro avance evolutivo nos permita negociar o decidir las
condiciones de cada existencia.
A mayor avance evolutivos mayores serán nuestras
posibilidades de intervenir en la programación de nuestras existencias.
La vida es una experimentación. Si uno sale
reprobado en tal o cual aspecto o curso -por así decirlo-, deberá repetirlo
hasta que lo supere. Pero no es un castigo, sino una nueva oportunidad.
Es cierto que existe una Ley de Causa-efecto, que
hace que uno viva en carne propia las consecuencias de sus actuaciones buenas o
desacertadas; pero el propósito no es hacer sufrir a nadie sino el crecer en
conciencia.
Todos tenemos que pasar por todas las
experiencias humanas, de tal manera que en una vida seremos hombres y en otra
mujeres (porque el espíritu no tiene sexo); en alguna seremos pobres y en otras
ricos; en alguna sanos y en otra enfermos; y así todas las posibilidades para
que aprendamos a ser solidarios unos con otros.
Todos tenemos un destino, que es parte de la programación que dispone cuando naces y cuando te vas. Pero se puede modificar. Todo puede variar dependiendo del nivel de conciencia que desarrolles y de cómo enfrentes la vida. Por ejemplo: un suicida puede morir antes de la fecha que estaba prevista, renunciando con ello a la oportunidad que le daba la vida para crecer y evolucionar. Esto es, que no estaba previsto que se suicidara. Esa fue su opción.
Y lo más seguro es que lo hiciera mucho tiempo
antes de la fecha que se había dispuesto para su partida. Otro ejemplo: una
persona que esta tratando de cambiar y de ser mejor, ó alguien muy comprometido
con el amor y el servicio a los demás, llega a morir. Pero en el momento
del tránsito ve asomarse a través de un túnel de luz, a un ser celestial o a un
pariente que le inspira confianza, que le hace saber que se le va a
prolongar el plazo, terminando por vivir unos años más por cuanto lo estaba
haciendo bien. En ese mismo momento, la persona increíblemente es recuperada
por los médicos, que ya la daban por perdida.
No hay nada definitivo. Por eso es que existe
libre albedrío, para demorarnos más o menos en hacer lo que debemos hacer,
creciendo y madurando en conciencia. Pero ¿a qué podría deberse el gran
temor que se le tiene a la muerte? A la ignorancia y al olvido del que
somos víctimas, por haber olvidado las leyes universales, entre ellas la de
Causa-efecto, y también nuestro proceso individual. Por ello es importante que
nos esforcemos en profundizar el autoconocimiento, y con ello recordemos que la
muerte es una vieja conocida, y amiga, no enemiga, de la que hemos aprendido
mucho y muchas veces.
No hay nada que temer… Nada llega antes si uno no
lo busca. Pero si nos comprometemos en darle sentido a la vida, nuestra labor
no será desaprovechada por las jerarquías superiores, y durará todo lo
necesario para cumplir su objetivo que es nuestra realización progresiva.
La Muerte es como el examen a final
de curso. Si uno ha estudiado, será algo fácil, sencillo, nada complicado,
tendremos unas lindas vacaciones y estaremos mejor preparados para el próximo
año. Pero si uno no estudió durante el periodo que correspondía, lo más seguro
es que saldrá desaprobado y tendrá que repetir el grado.
Como el tiempo realmente no existe y más bien
está sujeto a formas mentales, dependiendo de la dimensión de conciencia que se
ha venido obteniendo producto de la mejor o peor respuesta que hemos dado
a los estímulos externos e internos, una mayor o menor vibración es
interpretada por los Guardianes del Destino, como base para establecer el
tiempo de vida de alguien, el espacio de vida temporal necesarios para que
transcurran y se den las circunstancias adecuadas como para que dicha persona
pueda crear a su alrededor la ambientación propicia para conocerse
a sí misma y superarse.
Si la persona no se da ella misma la oportunidad,
y más bien la desaprovecha, tendrá que volver una y otra vez bajo
circunstancias similares, pero quizás cada vez tenga menos tiempo para lograr
lo mismo; o se le exija más en períodos más cortos.
No depende de la cantidad de años el valor de una
existencia, sino de la calidad y riqueza de dicha existencia. La existencia es
tanto más valiosa, cuanto más útil sea para los demás.
Todo en la vida es dual, y depende cómo uno la
enfrente para que se oriente hacia lo constructivo o lo destructivo. Todo en la
vida es una cuestión de actitud. Lo que para una persona pueden ser grandes
trabas y limitaciones para otro puede ser un reto o una gran oportunidad parta
desarrollar sus capacidades.
Si bien es cierto que todo depende de la actitud
frente a las cosas, no podemos negar algo que es un hecho en el universo: la
ley de Causa y Efecto. Esta ley nos enseña que por cada acto, palabra o
pensamiento positivo o negativo generaremos una reacción alrededor nuestro, que
en su momento se manifestará como consecuencia. Esto es lo mismo que decir:
“uno cosecha lo que siembra, tanto en ésta como en las demás existencias”… Por
eso en vuestras escrituras sagradas se dice: “Has con otros cómo quisieras que
hicieran contigo, y no hagas a otros lo que no quieras que hagan
contigo”.
Tomemos como analogía una escuela. Hay
ocasiones que en determinado curso coincidimos en el mismo salón de clases con
determinados alumnos como compañeros o compañeras, y con tal o cual profesor.
Eso no es producto de la casualidad. Se puede explicar de muchas formas, como
por ejemplo: que proceden de un mismo estrato social y económico; que son
vecinos o viven en una zona adyacente; que ingresaron en la misma
época a esa casa de estudios; o que comparten afinidad de intereses; o que
están siguiendo la misma carrera para realizar lo mismo en la vida, etc.
Así como el destino o karma debe entenderse
como un proceso de aprendizaje, así también la enseñanza nos dice que no existe
posibilidad de crecer internamente sino es a través de los demás.
Cada persona a nuestro alrededor, tanto más
cercana o más lejana es como un maestro para vosotros, tanto de lo bueno como
de lo malo. Debemos estar atentos para extraer la mejor enseñanza de nuestras
relaciones humanas.
Debemos de estar abiertos a aprender de todo y de
todos, pero sin que esto signifique darles oportunidad a los demás como para
que nos hagan daño. Nuestros parientes no están a nuestro alrededor para
perjudicarnos o para hacernos la vida imposible, sino para fortalecernos y a la
vez para crecer juntos; superándonos cada día. Nadie está a nuestro lado para
estorbarlos sino para que aprendamos de ella y a la vez le enseñemos.
Cuanto más tratemos de huir de ciertas
responsabilidades más veces volveremos a ellas. Nada ha sido dejado al azar,
por algo estamos donde estamos; en el lugar y con las personas con las
que convivimos, y convenimos previamente. Tratemos de aprovechar esa
oportunidad descubriendo el por qué de todo ello; y haciendo lo que se espera de
nosotros. Porque nada es para siempre, y cada situación es una oportunidad de
crecimiento que no debe ser desaprovechada. No esperemos perder a nadie para
empezar a valorarlo o para valorar a todos los demás que a están a nuestro
alrededor.
Todo está sujeto como dijimos, a un destino, a un
plan de vida. Como nada está dejado al azar ni es inamovible, debemos
modificarlo sobre la base de una fuerza de voluntad firme y mediante una
conciencia despierta.
Somos la consecuencia de nuestras vidas pasadas,
sujetos a un largo proceso de aprendizaje y crecimiento evolutivo.
El destino es el programa de actividades
existenciales previstas para el desarrollo y avance evolutivo del ser. Existe
para nuestro beneficio y no para perjuicio de nadie.
La intención del destino no es otra que la
de hacer que todos tengan un mismo punto inicial de partida,
y que puedan alcanzar una trascendencia futura basándose en el esfuerzo
individual, y al ritmo que cada uno aplique.
Quienes se encargan de establecerlo y hacerlo
cumplir son como dijimos antes, los llamados “Guardianes del Destino” (Señores
del Karma). Ellos al igual que el director de un colegio, tienen elaborado el
programa de cursos (un sistema curricular) y actividades a desarrollarse
según el grado escolar de cada cual.
Cuanto mayor sea nuestra edad evolutiva, que es lo mismo que decir a mayor madurez y conciencia a lo largo de las distintas existencias, tanto mayor margen como para escoger las condiciones de cada nuevo nacimiento y de lo que será cada existencia futura.
Cuanto mayor sea nuestra edad evolutiva, que es lo mismo que decir a mayor madurez y conciencia a lo largo de las distintas existencias, tanto mayor margen como para escoger las condiciones de cada nuevo nacimiento y de lo que será cada existencia futura.
El destino establece el período de duración del
proceso por el cual el individuo puede realizar el aprendizaje relativo a la
presente existencia. Esto no quiere decir que la persona no pueda morir antes
de esa fecha o después de esa fecha, porque el destino reiteramos no es algo
inamovible. Por ejemplo: si al final de una vida de realizaciones personales al
servicio de otros, como puede ser también su propia familia, la persona no
había acabado con la misión asignada, pero estaba a punto de lograrlo, se
le puede dar una ampliación de plazo, o otorgarle una existencia breve
bajo condiciones muy similares, para culminar lo comenzado.
En el primer caso, la persona viviría lo que se
ha denominado: “Una experiencia de Vida después de la Vida”. Y aquel ser de luz
al final del túnel observado durante el trauma del desprendimiento, y que
muchos identifican con Jesús o con un ángel ó con familiares, no sería otro que
alguno de los Guardianes, esperándolo a uno para recibirlo o darle
indicaciones. En el segundo caso, podría tener una nueva vida, pero breve e
intensa.
Con respecto a la cantidad de años que uno
vivirá, esto es muy relativo porque bien sabemos que no depende de la cantidad
sino de la calidad en la vida para hacer más o mejores cosas por uno y por los
demás, que puede extender o reducir el período de aprendizaje. Pero según el
caso podría deberse a la cantidad de tiempo pendiente de vidas pasadas o a la
necesidad de mayores oportunidades de compartir con otros, las cuales no
debemos desaprovechar.
En cuanto al tiempo que uno se demora para
encarnar entre una existencia y otra, esta se mide más o menos, por la
misma cantidad de años que vivió; o sino hasta un margen de doscientos
años entre una vida y otra. Aunque en la actualidad por la sobrepoblación mundial
y los requerimientos evolutivos planetarios, mucha gente se demora muy poco
tiempo para volver; volviendo algunos a encarnar al año de haberse ido.
Supongamos un ejemplo: un joven se suicidó a los
veinte años por una fuerte depresión, pero él iba a vivir según su destino
cincuenta años. Ese era el tiempo asignado como para que su vida incluyera
ciertos viajes y experiencias de compartir con mucha gente; pero todo ello se
frustró. Esa persona tendrá que aguardar los treinta años que le faltó vivir en
una dimensión frontera con el mundo físico, que es el llamado: “Bajo Astral”. Y
cuando vuelva a encarnar, vivirá sólo los treinta años que tenía pendientes.
Eso explicaría el por qué hay gente que muere al
rato de haber nacido o al año, o de forma súbita. Hay gente que se suicida
lentamente a través del alcohol, las drogas, el tabaco, y el consumo de todo
tipo de estimulantes. Esa gente puede estar falleciendo un año, un mes o un día
antes de la fecha prevista inicialmente; y ese sería el pendiente que tendría
que vivir después, ósea la diferencia restante.
Pero a pesar de que el proceso de
evolución es personal e intransferible, nos afectan los procesos
individuales de los otros, porque el ser humano evoluciona interactuando con
los demás. No hay evolución aislada. Y están dispuestas las cosas como para que
no sólo evolucionemos en función de cómo enfrentamos las circunstancias que nos
afectan directamente, sino que también las que lo hagan indirectamente, a
través de los más cercanos a nosotros.
Recordemos que parte importante del proceso
evolutivo es cuando dejamos que el amor nos afecte a través de la solidaridad,
la caridad y la compasión. Y recordemos también que cuando alguien a
nuestro alrededor fallece, no debemos permitir que lo mejor de nosotros muera
con esa persona, sino que lo mejor de esa persona viva con nosotros y nos
inspire para seguir adelante. Que nuestra vida sea el mejor homenaje al
recuerdo de quienes nos precedieron.
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