La chispa divina corre a través de todo
aquel que ha abierto su corazón y ha entregado su mente a la conciencia
cristica. La conciencia del Ser está esperando que cada uno de nosotros se
decida a olvidar todo el pasado aprendido y a reclamar todo su poder.
El poder del Espíritu no es algo por lo que
tengamos que seguir luchando. No es algo por lo que tengamos que hacer méritos.
No es algo que alguien nos vaya a dar en un momento determinado, cuando terminemos
de sanar o de arreglar lo que desde la visión que
culpabiliza del yo-ego consideramos
que debe ser arreglado.
Es
sencillamente nuestra esencia y derecho. Solo hay que reclamarla. Solo tenemos
que recuperar la conciencia de quienes somos.
El
poder de nuestra intención es todo lo que necesitamos para acceder a nuestra
verdadera naturaleza. Y solo hay un impedimento para realizar esto; la mente,
con toda la carga de creencias sobre
nosotros mismos y las formas que nos sirven de modelo desde tiempos pasados,
aprendidas a través del viaje por la materia.
En estos momentos se necesitan el mayor
numero de conciencias despiertas que hayan decidido abandonar todas las viejas
visiones limitantes y que culpabilizan sobre nosotros mismos y que hayamos
decidido reclamar y encarnar el verdadero poder de la luz cristica creadora.
Muchos están entrando en un estado de experiencia donde se dan cuenta de que lo
que llamaban realidad y consideraban como algo único y separado, no es tal.
Comprenden que no hay una realidad. Comprenden que estén aprendiendo a crear la
realidad desde su propia consciencia. Esta capacidad de crear no es ya una técnica
como muchos sadhus y yoghis aprendieron y practicaron en el pasado.
Es un estado del Ser. Un estado de consciencia
que implica una total responsabilidad sobre uno mismo. Un estado en el que nos
damos cuenta de que la realidad se crea ante nosotros en cada momento
dependiendo de nuestro estado mental. Y cada vez podemos comprobar cómo estos
mismos pensamientos, o estados mentales, se plasman con mayor rapidez en la
materia proporcionando la visión de lo que llamamos realidad.
Esa ha sido la gran jugada de magia de la
oscuridad, haber hecho creer que el mundo que se veía estaba ahí antes de que
lo creáramos.
Todos
nuestros medios de comunicación, autentica arma de esta energía inconsciente
que llamamos oscuridad, utilizan este juego de ``magia´´para hacernos creer que
el mundo que vemos estaba ahí antes de que decidiéramos verlo. Solamente decir,
es justo al revés.
Todo este juego de magia oscura lleva asociado una serie de paradigmas,
formas de pensar y de ver el mundo que podríamos definir como los carceleros,
las cadenas que nos atan al apego de lo material. La inmensa parte de la humanidad está todavía ahí,
convencidos de que lo que ven es auténticamente real, es el mismo sentimiento
de realidad que tenemos cuando estamos viviendo un sueño, pero todos sabemos
que despertamos y nos encontramos en otro plano de percepción.
Un porcentaje cada vez mayor de seres
humanos, está comenzando a despertar, o a sospechar que toda esta película de
magia no es tan real como nos han hecho
creer, que simplemente estamos en una especie de matrix
Lo podemos comprobar sobre todo en la gente
más joven, en los seres encarnados en las últimas décadas. Podemos comprobar
como este tipo de personas vive la vida con menos arraigo en los
convencionalismos sociales y aunque en la mayoría de los casos pueden estar aun
inculcados de toda la energía de control y de ilusión que se mueve en el mundo,
es como si esa energía no llegase a atraparles del todo. Son la gente a la que
ya no es fácil atrapar con los viejos sueños esclavizantes de la
responsabilidad, de la vida lineal donde todo se dirige a un estado final de
alienación en que la persona queda presa sin más posibilidades
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