jueves, 28 de marzo de 2013

Cuidado y limpieza de los cristales











 Cuidado y limpieza de los cristales

Con las joyas antiguas o usadas por otras personas, es posible que algunos cristales se cargen de energía mal sana o de baja vibración y sean perjudiciales, sobre todo por las personas sensibles.
Mediante la técnica de radiestesia se puede percibir estas cosas y en estos casos hay que hacer una limpieza y reprogramación de dicho cristal.

Para obtener los beneficios del cristal, debemos aprender a limpiarlo y cuidarlo de forma adecuada. Tanto si lo hemos elegido personalmente como si nos lo han regalado, las operaciones de limpieza deben practicarse desde el primer momento y repetirlas mientras dure nuestra relación con él.

Los minerales y cristales, al interrelacionar con otros cuerpos, se convierten en pequeños y asombrosos transformadores de energía; es decir, tienen la capacidad de absorber las vibraciones negativas de los cuerpos y seres vivos con los que entran en contacto para purificarlas y armonizarlas.

No obstante, existen muchos factores contaminantes que pueden disminuir el poder terapéutico y armonizador de los cristales. Se trata de energías negativas que pueden hallarse en el entorno, o bien provenir de las vibraciones que han generado las personas que han estado antes en contacto con ellos. Las fuentes contaminadoras pueden ser muy variadas -luz, sonido, emociones, pensamientos, deseos, carencias, entre otras-, y la finalidad de la limpieza de los cristales no es otra que neutralizar las energías negativas que hayan podido captar, a fin de impedir que puedan transmitirlas, y restituirles su estado neutral.


LA SENSIBILIDAD DE LOS CRISTALES
A la hora de elegir el método de limpieza de nuestros cristales, debemos tener muy en cuenta las características y la sensibilidad de cada uno de ellos. La limpieza energética de un cristal persigue un doble objetivo: por una parte, se trata de eliminar la negatividad del cristal; y por otra, de reenergetizarlo para que recupere su pureza original.
• Contaminación absorbida en las sesiones terapéuticas (emociones, sentimientos y pensamientos negativos).
• Polución ambiental (gases nocivos y suciedad orgánica).
• Contaminación eléctrica (campos magnéticos generados por aparatos eléctricos).
• Polución sonora.

El efecto del agua fría en los cristales es altamente purificador. Cuanto más natural sea aquélla mayor será su capacidad de limpieza.

El contacto con el agua puede afectar las cualidades de algunos cristales. Asimismo, la luz y el calor, dos fenómenos naturales a menudo tan beneficiosos, pueden hacer perder o cambiar el color y alterar la configuración cristalina de algunos minerales de gran importancia en geometría. En este sentido, los cristales más delicados son el topacio, la rodocrosita, la crisocola, el apatito, la variscita, la amatista, el cuarzo rosa, el ópalo, la turmalina, el lapislázuli y la turquesa.

MÉTODOS DE PURIFICACIÓN DE LOS CRISTALES
Los cuidados de limpieza física y energética que deberemos proporcionar a nuestra colección de cristales no sólo son sencillos de realizar sino que resultan siempre placenteros y relajantes. Podemos aplicar cualquiera de los métodos que a continuación se describen, ya sea uno, varios o todos ellos, asegurándonos previamente de que la sensibilidad del cristal no resulte afectada, bien a causa de que no tolere la luz y el calor o bien porque el agua pueda dañarlo.

• Agua purificadora
Uno de los métodos de limpieza más efectivos consiste en sumergir los cristales en un recipiente manteniéndolos bajo el grifo para que el agua se renueve de manera constante. El agua debe ser fría, puesto que la caliente dilata la estructura del cristal y éste se hace más frágil. Algunos gemoterapeutas aconsejan mantener los cristales durante dos días en agua procedente de torrentes de montaña, fuentes o pozos naturales, o bien en agua de lluvia siempre que sea posible. En su defecto, podemos potenciar la capacidad purificadora del agua del grifo si, mientras lavamos nuestro cristal, visualizamos una cascada de agua cristalina.

Asimismo, para limpiar y recargar la energía de los cristales se recomienda sumergirlos en agua del mar, y si ello no es posible, en agua del grifo saturada con sal marina en una proporción de 200 gramos de sal por cada litro de agua, aunque este método no es muy aconsejable, ya que hay algunos cristales como la turmalina que se deterioran con la acción abrasiva de la sal.

Un método bueno y sencillo es lavar cuidadosamente el cristal con agua corriente del grifo y, exponer la piedra al sol antes de volver a utilizarla.
Las geodas no tienen propiamente virtudes curativas, pero su uso es muy recomendable para reponer la energía perdida por los cristales que hayan sido usados en una aplicación terapéutica. Los cristales deben colocarse dentro de la cavidad de la geoda, donde permanecerán durante dos o tres días. Las geodas de mayor poder son las de cuarzo hialino y las de amatista



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